domingo, 14 de noviembre de 2010

mi mala suerte

Desde que decidí convertirme en abogado parece que la suerte me es esquiva por completo. En la facultad de Derecho me enamoré de Nuria, la profesora de Constitucional II que, además de suspenderme, me dio calabazas. Hice mi pasantía en un bufete que pasó a la fama por jugar un papel muy turbio en un escándalo urbanístico. En mi peregrinaje laboral por gestorías y bufetes nunca triunfé y nunca uno de mis recursos fue estimado. Preparé oposiciones para fiscal, pero todas mis causas eran sobre personas inocentes. Me quedé calvo y sospecho que también sufría de halitosis. Harto de una vida tan nublada decidí acabar con todo desde el puente de la autopista pero, por supuesto, sólo logré romperme las piernas. Sin embargo, es agradable que la enfermera que me cuide seas tú. Puede que mi suerte haya cambiado al fin.

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