viernes, 26 de febrero de 2010

nagasaki

Hacía tres largos e interminables días que caminábamos, nuestros pies, repletos ya de ampollas y heridas, casi en carne viva, apenas nos molestaban ya. Misterios del cuerpo. Tú tampoco protestabas ya, tu incredulidad había dejado paso a algo parecido a la sumisión, simplemente caminabas con la mirada extraviada. Ya no era necesario amenazarte como tuve que hacer cuando, cuchillo en mano, te obligué a seguirme, a salir de la ciudad y a caminar y caminar, sin rumbo pero sin pausa. Algo cambió en el aire, un dulce aroma a cerezo en flor, un claro en el bosque, en lo alto de una loma. Ya habíamos llegado. Por fin. Me detuve y miré atrás por primera vez en 72 horas. Y ocurrió, algo muy lejos hizo explosión, todo comenzó a perder su color inundado por un formidable resplandor, por una blancura bella, tan bella. Y por un silencio atronador. "¿Por qué me haces esto, Takeshi?". No lo sé, Akane. Pero, ¿no entiendes que no puedo dejar que mueras?

miércoles, 10 de febrero de 2010

jugar

Nunca pensé que acabaría dedicándome a esto, menos aún que terminaría por gustarme. Estudié Derecho casi por inercia, por tradición familiar, supongo, absorbiendo como una esponja palabras y palabras que, en su momento, nada significaban para mí. Un perfecto expediente académico, un brillante conjunto vacío que no acallaba a mi corazón infantil, ansioso por jugar. Con los años ocurrió lo que no esperaba, comencé a amar mi profesión, el universo de la ley y, con el devenir del tiempo, mi corazón creció conmigo. Por eso hoy dejo el bufete, queridos compañeros y no, no he perdido el juicio. Sólo quiero viajar, contemplar el mar por una ventanilla, cocinar y, sobre todo, jugar.