lunes, 19 de julio de 2010

El licenciado Hervás

Ramiro Hervás era muy popular en Madocón. Era el abogado particular del hombre más poderoso de la ciudad y sus alegatos en la sala de los numerosos juicios a los que se tenía que enfrentar eran jalonados como a un torero en la arena, propagándose de boca en boca por los mentideros jurídicos, por los bares y por las peluquerías. Y es que el licenciado Hervás era un romántico. Con sus informes, las leyes se convertían en bellas maquetas de realismo mágico y los jurados, emocionados, eran incapaces de aplicar condena alguna. Pero en el pecado estaba su penitencia ya que su romanticismo se alimentaba de la pena que le afligía por su amor por Rosarito, la hija de su cliente y a la que éste prohibió casarse con él, convencido acertadamente que la mejor garantía para una vida sin problemas con la justicia era un corazón de abogado destrozado.

2 comentarios:

  1. Suerte Carlos, buen relato. A ver si se me ocurre algo...

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  2. Muchas gracias gotzon, al final no hubo suerte... A la próxima!

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