EL CULTURAL, propone semanalmente un concurso de literatura hiperbreve: contar una historia en 140 carácteres en relación a un tema propuesto. Aquí dejo algunas de mis propuestas (ninguna seleccionada).
San Valentín
Aquella viuda acudía a todos los velatorios. Entre las ropas de los difuntos escondía una margarita. Regalos para su amado en el cielo.
-Y a mí, ¿quién me querrá? -pensó, inquieto, sin soltar su arco y sus flechas.
No veas lo que lloró aquella solterona cuando se le murió su plantita. ¿Qué se puede esperar de alguien que llama "Valentino" a su geranio?
Armado con mi ramo de rosas reparto amor a 1 euro todas las noches. Soy Ahmed. El San Valentín de tu discoteca.
Peluquerías
María lloraba desconsolada.
-Mira que te lo dije pero tú, ni caso. Si es que, ¿cómo no te iban crucificar con los pelos que me llevabas?
Hijo y nieto de peluquero, Pelonio Barbero Sevilla retó a su destino y montó una inmobiliaria. Sus antepasados aún ríen en sus tumbas.
Admitió que su talento natural no era el que él hubiera deseado. A cambio, en su revistero sólo podías encontrar obras de Dostoievski.
Cuando salió ya no sufría por su amor. Dejó sus recuerdos cadáver, descuartizados sobre el suelo de la peluquería.
Tu olor me hace llorar a gritos. Pero mis cabellos de cisne y mi corazón de fieltro necesitan sanearse un par de veces al año.
Estufa
Se acunaba fantaseando con una enorme estufa en la que ardían todos los papeles de su gris oficina. Y todos sus compañeros. Menos Raquel.
En casa sólo teníamos una estufa. Una de esas antiguas, de metal. Pero muy esmirriada. Con razón Papá Noel nunca pasó a dejarnos regalos.
El humo
Entendía su talento como una maldición física. Necesitaba hacer sonar su chimenea si no quería que sus calderas explotaran de historias.
Rebajas
Cuando mamá dijo que íbamos al centro comercial, mi hermanita se alegró. Mientras pedíamos en la puerta, ella jugaba a las tiendecitas.
El crítico gastronómico más feroz y temido de la capital, cuando iba al pueblo siempre decía: -Qué bueno está, mamá.
Carbón
Cada Reyes le dejaba dos pedazos de carbón sobre su tumba. Cada 1 de noviembre recibía un ramo de rosas negras. Como siempre, sin tarjeta.
Era un maniático del orden. Tras la nicotina, alquitrán. Por último, monóxido de carbono. El caos sólo salía de su vida en forma de humo.
Mi futuro es tan negro como, ay, el color de tus ojos.
Los santos inocentes
Encontraron un monigote de papel sucio entre la basura. Fue el mejor de los juguetes para los niños del vertedero.
La Lotería
-¿Qué hace un número como tú en un sorteo como éste? -dijo la niña despectiva.