martes, 20 de abril de 2010

radio

"Y la noticia del día es : ¡Un crucero por las islas griegas por tan solo 589 € por persona! Disfrute de la comodidad y el lujo de nuestra extensa y selecta flota de barcos. Tómese un respiro y diga... ¡pelillos a la mar!"
Tras una pausa dramática Azucena cerró el micrófono. No pensaba repetirlo ni una sola vez más. Cuando llegó a aquella emisora local soñaba con triunfar como locutora, con disfrutar con cada programa de radio y con que su bonita voz alegrara las mañanas de miles, millones de oyentes. Y a lo máximo que llegó era a que esa bonita voz diera vida a anuncios absurdos. Quizá había llegado el momento de renunciar a su estúpido sueño.
Mientras, en la puerta de la emisora, Pedro se debatía nervioso entre llamar y preguntar por la dueña de la voz que le había enamorado o volver a casa y renunciar a su estúpido sueño.

abril

Mi oficio es raro: leo microrrelatos sobre abogados. Mejor no preguntar. Lo que empezó como una bonita iniciativa para acercar la abogacía a la sociedad se convirtió, de la noche a la mañana, en una avalancha de microescritores pugnando por un pellizco de vanidad satisfecha. El cirio que se montó fue importante, pusimos turnos en la oficina pero terminamos por rendirnos a la evidencia. Alguien tenía que dedicarse íntegramente a filtrar las miles de tentativas que llegaban diariamente y, por carambolas de destino, el elegido fui yo. Maldita la hora. Lo poco gusta y lo mucho aborrece. Este negocio ha terminado con mi amor por las buenas lecturas y por las malas leyes a las que buscar resquicios. Es más, odio a los abogados y a los microrrelatistas. Los detesto. Ya soy como cualquier hijo de vecino. Sólo deseo que me toque un boleto ganador. Retirarme. Y ver la tele.

Seleccionado II Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

viernes, 2 de abril de 2010

mago


Imbéciles! Mentecatos! Necios… Su miraba destilaba odio pero su público, lejos de mostrarse impresionado, continuaba burlándose de él, envalentonados por los vapores de la Coca-Cola. Su misión era clara, permanecer anónimo a lo largo de los siglos, a la espera del retorno del señor del mal, disforme desde su última derrota, pero que prometió volver para destruir a la humanidad. Y ahora esa humanidad se le reía en las barbas. Pensó que trabajar como mago infantil sería una buena distracción para su magia y su ánimo pero aquellos monstruitos cabezones eran cada vez más maleducados. Ahora aprenderían. Abracadabra!