jueves, 4 de noviembre de 2010

halloween

Era la noche de difuntos. El cazador desplegó sus alas y sobrevoló la ciudad dormida hasta que divisó una ventana semiabierta. Su horrendo rostro esbozó una sonrisa mientras se escurría por el hueco y se incorporaba a un escenario siempre nuevo y siempre familiar: una habitación. Una cama. Alguien durmiendo. Un cuello al descubierto. Sangre. Comida. Se acercó sigilosamente y atacó.
El primer manotazo lo aturdió, el segundo prácticamente lo desintegró. Antonio se rascó el cuello con ansia y maldijo a los puñeteros mosquitos que no descansaban ni en verano ni en invierno. Se dio la vuelta y casi al instante se volvió a dormir.

Ganador del concurso de microrrelatos Radio Castellón Cadena Ser

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