martes, 14 de julio de 2009

cachorro

El teléfono sonó entre las 4 y las 4:30 de la madrugada justo cuando, a bordo de un enorme flotador, el juez Ondoño estaba a punto de atracar en una playa color turquesa. Ya tristemente acostumbrado a ser requerido a cualquier hora para el levantamiento de algún cadáver, se vistió con diligencia y marchó a cubrir el expediente. Encallecido con los años, el veterano juez ya no se dejaba impresionar por cuerpos ensangrentados o por los dramas humanos con los que se encontraba. Pero los dramas perrunos eran otro cantar. Un cachorro de labrador famélico lloraba y llamaba a sus desaparecidos amos y quiso la Providencia que aquella noche cometiera la única falta de su extensa carrera, hasta entonces sin mácula, llevándose a su casa una posible prueba del caso (o parte del escenario del crimen, según se mirase), para darle un poco de leche y unos huesos de pollo.

2 comentarios:

  1. Muy lindo, pero porque huesos de pollo, mi perra casi se me muere por comer huesos de pollos, se que tu intencion no fue esa, pero quien podria creer que le nacio la ternura humana a una persona que por medio de su labor, la perdio paso a paso, te mando un abrazo gigante y espero que estemos en contacto, quiero contarte mil historias escritas.

    tu amigo, mas viejo, mas gordo , mas pelado pero con las mismas mañas de siempre.

    Por aqui se te quiere mucho... ven pa´Mendoza a tomar unos vinos pateros

    ResponderEliminar
  2. Vaya, no pensé que fueran peligrosos, la verdad es que sólo he tenido gatos...
    La verdad que quizá no sea de lo más creíble... Pero me alegro mucho que me muestres sinceramente lo que no te acaba de gustar.

    Me encantaría ir a Mendoza a tomar unos vinos y a darte un abrazo de oso en persona!

    ResponderEliminar