lunes, 4 de mayo de 2009

bienaventurado

-Lo mejor sería ir a por el destornillador… Niño, te me acercas en una corrida a mi furgoneta y me traes el destornillador de mango amarillo de la caja de herramientas.
El cabo de la guardia civil dudó unos instantes pero, a falta de otras iniciativas, marchó corriendo, en parte aliviado de dejar aquel escenario, mientras, el alcaide se cagaba en sus muertos y maldecía su mala suerte, que para un reo que había que ajusticiar, se tenía que desgraciar el maldito garrote vil del demonio, precisamente ahora.
El párroco, arremangada la sotana, con su destornillador amarillo ya en mano, comenzó a manipular el mecanismo, mientras yo, despojado de toda dignidad, con la nuca magullada y los pantalones mojados, aún tuve la lucidez para darme cuenta que, con los arreglos del pater, aquel aparato moría sin matar.
Después, todo fue muy rápido, el traslado a otra cárcel, el asalto al convoy por mis compañeros de partido, la libertad... Aún no sé si puedo contarlo gracias a un cura chapuzas o a un enviado de Dios.

2 comentarios:

  1. otra genialidad dejame acotar una frase, se que debo ser pesado pero me encantas tus historias..."por no tranzar ni con el cielo ni el infierno, este angel pierdes sus alas, mas no pierde su libertad de vivir".... has escrito algo que en argentina se esta debatiendo, es hacerca de la pena de muerte, yo me adiero a los que piensan que ya toda muerte es una pena y que nadie puede matar a nadie.....quiero paz en mi mundo!!!!! hay algo en el mundo?

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  2. Rehola, muy bueno el relato... para que digan que los sueños se cumplen aun sea dando gracias a la divinidad o a un cura desenvuelto.
    Un saludo

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