martes, 7 de abril de 2009

perro

-¿Dónde está el perro?
-¿Qué perro?
–Pues… el perro.
–No sé de qué perro me hablas.
Pues no. Ni pisándome los talones, ni esperándome a la salida de mi despacho. Al parecer, Frufrú había desaparecido. Santo Dios, qué alivio.
Mi abuela murió hace 3 meses. Desde entonces, Frufrú, su adorado fox-terrier, no me ha dejado ni a sol ni a sombra. Lo molesto es que él también murió hace casi 10 años y sólo yo soy capaz de verlo. Maldita vieja chocha. Seguro que lo primero que hizo al llegar al otro barrio fue mandarme a Frufrú para hacerme sentir culpable. Vale que yo era su nieto preferido, y que a mí me encantaba pasar las tardes con ella o acompañarla a misa. Pero los años pasan y las personas cambian. Ahora soy uno de los candidatos a dirigir este banco y un perro fantasma y juguetón que me siga a todas partes es algo que no puedo permitirme. Ayer fui al cementerio, limpié su lápida, cambié las flores y puse una velita en la capilla de plástico. Y parece que ha funcionado. Hace prácticamente un día entero que no hay ni rastro de…
-¡Guau!

2 comentarios:

  1. es un excelente relato y creo que si le hubieses agregado una palabra mas lo hubieses arruinado es una obra perfecta, sigue escribiendo que yo los leere a todos...
    la imaginacion al poder

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  2. Muchísimas gracias (otra vez), por éste y todos los demás comentarios. A mí también me motiva mucho cuando alguien me dice algo bueno de los textitos, intentando no emborracharme de orgullo, como dice la canción! Otro abrazo enorme que cruce el charco de un salto.

    c

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