lunes, 16 de marzo de 2009

mirar

Nos revolvía el pelo con cara de contento, al igual que ahora hacía con sus hijos. Me encantaba verlo así, en su casa, en su jardín, tranquilo, relajado e irradiándome tanta energía como cuando nos daba clases particulares de matemáticas en casa de mis padres. Es todo lo que necesitaba para los días malos o en los que me sentía sola. Aparcar el coche a oscuras y observar su casa. Observarlo a él. Donde todo era feo y cruel en él era bueno y bello. No necesitaba más, sólo mirar y mirar.

1 comentario:

  1. mucha paz mucha tranquilidad se nota que tienes en el corazon al escribir tan bellos relatos

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