lunes, 16 de marzo de 2009

gorra

En la puerta había una gorra negra. Como cada año. Como cada otoño. Una vez más ya sólo le quedaba recorrer pausadamente el paseo marítimo de regreso al coche. De regreso a casa. Deteniéndose de nuevo en los mismos lugares, ya familiares a fuerza de verlos, sin verlos. Mirando al mar. Blanca, todo cambiaba. Blanca significaba que ella volvía el espejo de su corazón hacia él. Que, al cabo de tantos otoños, podía dejar de esperar. Negra, significaba que quería seguir, un año más, con su marido.

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